(Traducido de Buddhism in Daily Life,SGI Quarterly, No. 16, Abril de 1999)
Los materialistas argumentan que la única "realidad" consiste sólo en el mundo físico o material que puede ser tocado y medido, mientras que algunas tradiciones espirituales ven a lo físico como mera ilusión, o algo intrínsecamente impuro que existe para ser trascendido y lo espiritual es visto como la verdad última.
El Budismo considera la vida como la unidad de lo físico y lo espiritual. Considera todas las cosas, materiales o espirituales, visibles o invisibles, como manifestaciones de la misma ley universal última, o fuente de la vida, la cual se define en la tradición Nichiren como Myojo-rengue-kyo. Los aspectos físicos y espirituales de nuestras vidas son completamente inseparables y revisten la misma importancia. Esto es expresado en el concepto japonés de shikishin funi. Shiki alude a todos los fenómenos espirituales o invisibles, incluyendo a la razón, la emoción y la volición. Funi, significa literalmente "dos, pero no dos."
Nichiren lo expresó así en una carta a uno de sus seguidores:
Una persona puede conocer la mente de otro al escuchar su voz. Esto es porque el aspecto físico, revela el aspecto espiritual. Lo físico y lo espiritual, que son uno en esencia, se manifiestan como dos aspectos distintos.
El estado emocional interior de una persona se revelará en su apariencia física. Los sentimientos de alguien en un estado de ánimo feliz y optimista, pueden leerse en su rostro; puede, incluso, haber un pequeño brinco entre sus pasos. En contraste, el modo de andar y el semblante demacrado de una persona agobiada por el sufrimiento, puede comunicar su tormento interior, hasta de lejos.
Nuestro estado mental interior también afecta el funcionamiento físico de nuestros cuerpos. La risa y las lágrimas son la manifestación más drástica de esto, son las señales físicas de nuestros sentimientos interiores. La tensión física o mental, ha sido relacionada con una gama de enfermedades, desde padecimientos en la piel, alergias, hasta asma, úlceras y cáncer. La depresión y la desesperación, disminuyen la resistencia del cuerpo, haciéndonos vulnerables a una variedad de enfermedades. Por otra parte, una determinación positiva para sobreponernos a la enfermedad puede "inducir" a nuestros órganos, y aun a las células individuales hacia la salud.
Como lo ha dicho Daisaku Ikeda: "Cuando nuestra determinación cambia, todo comienza a moverse en la dirección que deseamos. En el momento en que resolvemos salir victoriosos, cada nervio y fibra de nuestro ser, se orientará de inmediato hacia nuestro triunfo. Por otra parte, si pensamos: 'Esto nunca va a funcionar,' entonces, en ese instante, cada célula de nuestro ser se abatirá y renunciará a luchar."
La verdadera salud y la felicidad genuina deben abarcar tanto el aspecto físico como el espiritual. Muchas de las experiencias de los miembros de SGI refieren haber mejorado la salud y las condiciones materiales o físicas. A través de la práctica de invocar Nam-myojo-rengue-kyo, ellos han podido constatar también, la inseparabilidad de los aspectos físico y espiritual en sus vidas. Con el tiempo, esto llega a manifestarse en un sentimiento de bienestar físico y en una creciente lucidez y pureza en los procesos mentales y perceptivos. Los que son referidos como "beneficios conspicuos" de la práctica budista, se relacionan ante todo con los aspectos físico y material. De mayor importancia a largo plazo, son los "beneficios inconspicuos" derivados de la práctica budista continua, los cuales se manifiestan en el incremento de la auto conciencia, la sabiduría, y la compasión hacia los demás. El beneficio inconspicuo último es, desde luego, la iluminación.
El Budismo considera al ser viviente como la reunión armoniosa de lo que llama los "cinco componentes". Estos son: los aspectos físicos de la vida y los sentidos; la percepción, que integra las impresiones recibidas a través de los sentidos; la concepción, por medio de la cual integramos las ideas acerca de lo que percibimos; la volición, la voluntad que actúa sobre la concepción; y la conciencia, la función del discernimiento que sustenta el funcionamiento de los otros componentes. La vida es la fuerza o energía que mantiene estos cinco componentes funcionando juntos como un todo armonioso e integrado.
La ciencia médica moderna apenas está comenzando a explorar la sutil interconexión entre el cuerpo y la mente, entre los aspectos físico y espiritual de la vida. A fin de cuentas, el Budismo considera los aspectos físico y espiritual como manifestaciones vitales de la fuerza de la vida que es inherente al mismo cosmos.
Como Nichiren escribió:
La vida a cada momento abarca de igual modo al cuerpo y al espíritu, al yo y al medio ambiente de todos los seres sensibles en todas las condiciones de la vida, así como a los seres no-sensibles: las plantas, el cielo y la tierra, hasta la más diminuta partícula de polvo. La vida a cada momento impregna al universo y se revela en todos los fenómenos.
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